lunes, 18 de noviembre de 2013

Lamu House Hotel

Qué sorpresa tan especial fue descubrir la isla de Lamu y su hotel Lamu House.  Y mayor sorpesa aún cuando, en un acto de nostalgia, me pongo a navegar  un poco y  descubro que la rehabilitación del hotel fue llevada a cabo por Urko Sánchez, un arquitecto español afincado en Kenya. 

Llegué a la isla en una barquita de madera, y al poner el primer pie en tierra firme, en seguida intuí que algo maravilloso me esperaba. Fue como retroceder en el tiempo 50 años, allí no hay carreteras ni coches, la gente se pasea tranquilamente andando, o bien en burro, que es el medio de transporte oficial y te los vas tropezando en cada esquina. Nos dirigimos al hotel y al traspasar la puerta, de repente, me encuentro que en medio de aquel pueblecito lleno de gente y de burros correteando por las calles, hay un oasis. 

Lamu House Hotel
























El hotel es una antigua casa colonial del siglo XVIII regentada por un holandés sino recuerdo mal, que Urko Sánchez restructuró y amplió inspirándose en la arquitectura swahili, pero también en la arquitectura del sigo XXI, especialmente en la española, según cuenta en su página.

Tuve la oportunidad de dar una vuelta por todas las habitaciones del hotel, y todas eran diferentes, pero en concreto la mía, tenía dos camas cada una con su mosquitera al más propio estilo de Memorias de África, con una deliciosa terracita con vistas al mar.  El baño era todo de obra, y no faltaba detalle. 












































































Via Urko Sánchez






















Vía Urko Sánchez


























La joya de la corona era la piscina, en mitad de una especie de patio interior, flanqueada por zonas de descanso donde reinaba el color sobretodo gracias a las telas utilizadas al más puro estilo swahili. 
































































































Fue en este viaje donde empezó mi amor por la fotografía, y donde descubrí que existe el "modo manual" en las cámaras, y todas las noches en aquella terracita intentaba captar con mi cámara lo que veían mis ojos por si algún día, intentando echar mano de mi memoria, no lo conseguía. 


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